Argentina desde hace décadas sufre un deterioro estructural de carácter económico y social, en la que al día de hoy ni siquiera atina a vislumbrar una luz al final del túnel.

Nuestro país debería buscar en lo textos milenarios de oriente para encontrar una solución tan simple como la que propone el pensador Confucio.

Confucio comenzó a elaborar sus pensamientos en un momento en que el territorio donde residía se encontraba hundido en un caos y una compleja batalla entre reinos.

Hoy, la Argentina transita una crisis política, económica y social. La corrupción, uno de los males de este país, esta impregnada en todos los ámbitos y es una de las tantas pesadas características con la que somos etiquetados en el mundo.

Este pensador sostenía que la sociedad actuaba del mismo modo que sus gobernantes por lo que estos debían ser formados con valores éticos y morales ya que la ausencia de estos eran el origen de las malas acciones del pueblo.

Los gobernantes, durante la prospera dinastía Han, estaban obligados a estudiar los textos confusianos para poder ejercer sus cargos. A estos se les pedía fomentar el respeto a las normas con su ejemplo, ser devotos hacia su pueblo, ser competentes y promotores de la perfección.

Llevando una conducta responsable, obtendrían el apoyo del pueblo y no habría necesidad de recurrir a la violencia ni al castigo para corregir las desviaciones sociales y construir una sociedad mejor.

Confucio sostenía que no era posible transformar al pueblo con lujos y derroches ya que la ostentación hacía resurgir los sentimientos mas perversos de los hombres.

Una de las frases que logró trascender de Confucio es “Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro”. Argentina podría ayudarse de estas enseñanzas de la filosofía oriental y en base a estas empezar a trabajar en reconstruir las instituciones políticas y sociales, para poder recomponer las bases de la sociedad y así sacar al país adelante.