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Siempre habrá demasiadas cosas para hacer, entenderlo es liberador. Debemos elegir.
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Por lo general, deberíamos elegir las cosas que nos hacen crecer por sobre las que nos hacen felices. En otras palabras: apostar al mediano y largo plazo y no a la satisfacción inmediata.
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Soportar incomodidades mínimas es un superpoder. Nos permite hacer muchas cosas que nos van a hacer bien pero son molestas.
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El futuro no va a tener esa seguridad que pretendés alcanzar. El momento de vivir es ahora, no cuando tengas todo bajo control (probablemente nunca).
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El consejo que no querés escuchar es usualmente el que necesitás. En la misma línea: esa actividad a la que te negás seguramente será enriquecedora para vos.
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Suprimir nuestras pasiones personales por ayudar a los demás es contraproducente. Ayudaremos más a los demás y a nosotros mismos dándole tiempo a lo que nos gusta.
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La solución para el síndrome del impostor es entender que sos uno más.
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Hay que saber cuando partir y pasar al próximo capítulo.